Evangelio del día “ Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos ”

 


Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 3, 1-6

En el año decimoquinto del imperio del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Felipe tetrarca de Iturea y Traconítide, y Lisanio tetrarca de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.
Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías:
«Voz del que grita en el desierto:
Preparad el camino del Señor,
allanad sus senderos;
los valles serán rellenados,
los montes y colinas serán rebajador;
lo torcido será enderezado,
lo escabroso será camino llano.
Y toda carne verá la salvación de Dios».


 Palabras del Papa Francisco


Queridos hermanas y hermanas:¡buenos días!

El domingo pasado la liturgia nos invitaba a vivir el tiempo de Adviento y de espera del Señor con actitud de vigilanciay también de oración: “velad” y “orad”. Hoy, segundo domingo de Adviento, se nos indica cómo dar sustancia a esta espera: emprendiendo un camino de conversión, cómo hacer concreta esta espera. Como guía en este camino, el Evangelio nos presenta la figura de Juan el Bautista, que «recorrió toda la región del río Jordán, predicando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados» (Lc 3,3). Para describir la misión del Bautista, el evangelista Lucas recoge la antigua profecía de Isaías que dice así: «Voz que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas. Todo barranco será rellenado, todo monte y colina será rebajado» (vv. 4-5).

Para preparar el camino al Señor que viene, es necesario tener en cuenta los requisitos de conversión a la que invita el Bautista. ¿Cuáles son estos requisitos de conversión? Ante todo, estamos llamados a rellenar los barrancos causados por la frialdad y la indiferencia, abriéndonos a los demás con los mismos sentimientos de Jesús, es decir, con esa cordialidad y atención fraterna que se hace cargo de las necesidades del prójimo. Es decir, rellenar los barrancos producidos por la frialdad. No se puede tener una relación de amor, de fraternidad, de caridad con el prójimo si hay “agujeros”, así como no se puede ir por un camino con muchos baches, ¿no? Hace falta cambiar de actitud. Y todo esto hacerlo también con una atención especial por los más necesitados. Después es necesario rebajar tantas asperezas causadas por el orgullo y la soberbia. Cuánta gente, quizás sin darse cuenta, es soberbia, áspera, no tiene esa relación de cordialidad. Hay que superar esto haciendo gestos concretos de reconciliación con nuestros hermanos, de solicitud de perdón por nuestras culpas. No es fácil reconciliarse, siempre se piensa: ¿quién da el primer paso? Pero el Señor nos ayuda a hacerlo si tenemos buena voluntad. La conversión, de hecho, es completa si lleva a reconocer humildemente nuestros errores, nuestras infidelidades, nuestras faltas.

El creyente es aquel que, a través de su hacerse cercano al hermano, como Juan el Bautista, abre caminos en el desierto, es decir, indica perspectivas de esperanza incluso en aquellos contextos existenciales tortuosos, marcados por el fracaso y la derrota. No podemos rendirnos ante las situaciones negativas de cierre y de rechazo; no debemos dejarnos subyugar por la mentalidad del mundo, porque el centro de nuestra vida es Jesús y su palabra de luz, de amor, de consuelo. ¡Es Él! El Bautista invitaba a la gente de su tiempo a la conversión con fuerza, con vigor, con severidad. Sin embargo, sabía escuchar, sabía hacer gestos de ternura, gestos de perdón hacia la multitud de hombres y mujeres que acudían a él para confesar sus pecados y ser bautizados con el bautismo de la penitencia.

El testimonio de Juan el Bautista, nos ayuda a ir adelante en nuestro testimonio de vida. La pureza de su anuncio, su valentía al proclamar la verdad lograron despertar las expectativas y esperanzas del Mesías que desde hace tiempo estaban adormecidas. También hoy, los discípulos de Jesús están llamados a ser sus testigos humildes pero valientes para reencender la esperanza, para hacer comprender que, a pesar de todo, el reino de Dios sigue construyéndose día a día con el poder del Espíritu Santo. Pensemos, cada uno de nosotros: ¿cómo puedo cambiar algo de mi actitud, para preparar el camino al Señor?

La Virgen María nos ayude a preparar día tras día el camino del Señor, comenzando por nosotros mismos; y a sembrar a nuestro alrededor, con tenaz paciencia, semillas de paz, de justicia y de fraternidad.


Oración:


Jesús, qué bien cumple tu misión tu primo Juan, preparando los caminos para tu encuentro con las gentes. Se consideraba solo como la voz que grita en el desierto. Pero toda su vida era ejemplo de austeridad, de testimonio, de invitación - con la palabra y la vida- a la conversión. Acojo sus palabras: que se eleve el valle de mi pereza, que descienda la colina de mi orgullo, que se enderece y se iguale lo torcido y escabroso de mi conducta. Así veré -y otros podrán ver- la salvación que nos trae.

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