Evangelio XIX Domingo del tiempo ordinario
Evangelio del día
Lectura del santo Evangelio según San Juan 6, 24-35
En aquel tiempo, cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron:
–Maestro, ¿cuándo has venido aquí?
Jesús les contestó:
–Os lo aseguro: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros.
Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura, dando vida eterna, el que os dará el Hijo del Hombre; pues a éste lo ha sellado el Padre, Dios.
Ellos le preguntaron:
–¿Cómo podremos ocuparnos en los trabajos que Dios quiere?
Respondió Jesús:
–Este es el trabajo que Dios quiere: que creáis en el que él ha enviado.
Ellos le replicaron:
–¿Y qué signo vemos que haces tú, para que creamos en ti? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: «Les dio a comer pan del cielo».
Jesús les replicó:
–Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre quien os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.
Entonces le dijeron:
–Señor, danos siempre de ese pan.
Jesús les contestó:
–Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí no pasará nunca sed.
Palabras del Papa Francisco:
Queridos hermanos y hermanas: ¡Buenos días!
En la segunda lectura de hoy, san Pablo nos dirige una invitación urgente: “No contristéis al Espíritu Santo de Dios, en quien fuisteis sellados para el día de la redención” (Ef 4, 30). Pero me pregunto: ¿cómo se entristece el Espíritu Santo? Todos lo recibimos en el Bautismo y en la Confirmación. Por tanto, para no entristecer al Espíritu Santo, es necesario vivir de manera coherente con las promesas del Bautismo que se renuevan en la Confirmación. De manera consistente, no con hipocresía. No te olvides de esto. Los cristianos no pueden ser hipócritas. Deben vivir de manera consistente. Las promesas del Bautismo tienen dos aspectos: rechazar el mal y aferrarse al bien .
Rechazar el mal significa decir 'no' a la tentación, al pecado, a Satanás. Más concretamente, significa decir 'no' a una cultura de la muerte que se manifiesta en escapar de la realidad hacia una falsa felicidad que se expresa en mentiras, engaños, injusticias y desprecio a los demás. 'No' a todo esto. La nueva vida que se nos da en el Bautismo tiene al Espíritu como fuente y rechaza cualquier comportamiento dominado por sentimientos de división y discordia. Por eso el apóstol Pablo insta a que “toda amargura, ira, ira, clamor y calumnia sea quitada de vuestro corazón, con toda malicia” (cf. v. 31). Esto es lo que dice Pablo. Estos seis elementos o vicios que perturban el gozo del Espíritu Santo, envenenan el corazón y llevan a maldecir a Dios y al prójimo.
Pero no es suficiente abstenerse de hacer el mal para ser un buen cristiano. Hay que aferrarse al bieny hacer el bien. Y luego san Pablo continúa: “sed bondadosos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios en Cristo os perdonó” (v. 32). A menudo, escuchamos a alguien decir: "No hago daño a nadie". Y se creen santos. Está bien, pero ¿lo haces bien? Cuántas personas no hacen mal pero, al mismo tiempo, no hacen bien, y su vida transcurre en la indiferencia, la apatía y la tibieza. Esta actitud es contraria al Evangelio y también va en contra del temperamento de ustedes, jóvenes, que son por naturaleza dinámicos, apasionados y valientes. Recuerda esto: si lo recuerdas, podemos repetirlo juntos: “Es bueno no hacer mal, pero malo es no hacer bien”. San Alberto Hurtado solía decir esto.
¡Hoy os animo a ser protagonistas del bien! Protagonistas enbien. No sientas que todo está bien cuando te abstienes de hacer el mal. Todo el mundo es culpable de no hacer el bien que podría haber hecho. No basta con abstenerse del odio. Hay que perdonar. No basta con abstenerse de guardar rencor. Hay que rezar por los enemigos. No basta con no abstenerse de causar división. Debemos llevar la paz donde no la hay. No basta con abstenerse de hablar mal de los demás. Debemos interrumpir cuando escuchamos a otros hablar mal de alguien: detener el chisme: esto está haciendo bien. Si no nos oponemos al mal, lo alimentamos tácitamente. Es necesario intervenir donde el mal se difunde porque el mal se difunde en ausencia de cristianos audaces que se oponen a él con el bien, caminando en el amor (cf. 5, 2), según la amonestación de san Pablo.
Queridos jóvenes, ¡habéis caminado mucho en estos días! Por eso estás en buena forma y te puedo decir: ¡camina en la caridad, camina en el amor! Y caminemos juntos hacia el próximo Sínodo de los Obispos. Que la Virgen María nos sostenga con su intercesión materna para que, cada día, cada uno de nosotros pueda decir "no" al mal y "sí" al bien, a través de nuestras acciones.
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