Crónica Salida Extraordinaria III Encuentro Nacional 2º Misterio Doloroso





Fue un domingo, y no precisamente un Domingo de Ramos, cuando el rostro del Señor de la Flagelación, llenó con su luz aquel amanecer portuense del veintiséis de octubre de 2008.

Fue un domingo, a las claritas del día, a las siete de la mañana, cuando crujieron las bisagras de las puertas de la Parroquia de San Joaquín.

Fuiste Tú, Señor de la Flagelación Portuense, referente nacional cofrade, de las Hermandades del Segundo Misterio Doloroso.







Sonó tu llamador, sonó tu levantá y en tu primera revirá, sonó la saeta; saeta que te llevaba a bendecir con tu caminar la calle Cielo; calle que esperó como de costumbre esas lágrimas de tu Madre Amargura; pero Ella se quedó en su casa, en el Altar Mayor, esperando a su Hijo y llena de besos y amor de la jornada previa a este gran día.


Con tu andar reposado, se hizo la luz en Vicario. Nunca viste el amanecer de tus calles y sin embargo nos regalaste unos de los más bellos amaneceres que guarda la historia de nuestro Puerto.

La música fue tu racheo, tu música callada fue tu escolta durante el traslado de ida y así llegaste hasta la Plaza de España, hasta aquella Iglesia Mayor Prioral para celebrar la Santa Misa donde estuvo presente una reliquia de la columna donde se azotó a Jesucristo.

Al término de la celebración religiosa, de vuelta a San Joaquín, te esperaba una Plaza de España repleta de miradas hacia tu rostro.

Aún sin cruzar el dintel, sonó la Marcha Real, los rayos de sol acariciaban el canasto dorado de su paso y sonó el tambor destemplado dando paso al verdadero himno de la jornada dominical, la marcha Jesús de la Flagelación interpretada por la banda portuense del Santísimo Cristo del Amor.



Seis enormes banderas españolas, custodiaban la salida del Señor de la Prioral, y entre redobles de tambor, quejíos de cornetas, costeros e izquierdos, el Señor se hizo dueño de las calles con más solera del centro y de su feligresía.

Debajo de Él, en aquella cuadrilla, en esas trabajaderas, estará escrito para la historia, que fue la primera vez para muchos de los que hoy, son su claro presente.

Sin duda, aquel veintiséis de octubre, estará marcado para siempre en el corazón cofrade de muchas personas; será recordado por la diversidad de sentimientos que afloraron ese día en torno a Él; porque fue el día que la Amargura esperó la llegada de su Hijo de nuevo a su casa y porque nuestra Hermandad escribió con letras de oro, otro capítulo más en el libro de su historia.


Compartimos el siguiente reportaje de Aquel 26 de Octubre...



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