Misa Preparatoria Salida Procesional Domingo de Ramos 2020
Estimados Hermanos, son las 20:00h.
Compartimos la lectura del Evangelio según San Lucas de hoy 4 de abril de 2020 y la reflexión por el Reverendo Padre Juan Félix Ruiz Lama S.J. Vicario Parroquial de San Joaquín.
LUCAS 23, 13-16; JUAN 19, 1
Del Santo Evangelio.
Pilatos, convocando a los sumos
sacerdotes, a las autoridades y al pueblo, les dijo: Me habéis traído a este
hombre, alegando que alborota al pueblo; y resulta que yo lo he interrogado
delante de vosotros, y no he encontrado en este hombre ninguna de las culpas
que le imputáis; ni Herodes tampoco, porque nos lo ha remitido; ya veis que
nada digno de muerte se le ha probado. Así que le daré un escarmiento y lo
soltaré.
Por la fiesta tenía que soltarle a uno.
Ellos vociferaron en masa, diciendo: ¡Fuera ése! Suéltanos a Barrabás. A éste
lo habían metido en la cárcel por una revuelta acaecida en la ciudad y un
homicidio. Pilatos volvió a dirigirles la palabra con intención de soltar a
Jesús. Pero ellos seguían gritando: ¡Crucifícalo, crucifícalo!
Él les dijo por tercera vez: Pues, ¿qué
mal ha hecho éste? No he encontrado en él ningún delito que merezca la muerte.
Así es que le daré un escarmiento y lo soltaré.
Entonces Pilatos tomó a Jesús y lo mandó
azotar.
Palabra del Señor.
COMENTARIO AL EVANGELIO
Los
judíos llegan con Jesús al palacio de Poncio Pilato temprano por la mañana.
Pero ellos se niegan a entrar, pues les parece que, si tienen contacto con los
gentiles, se contaminarán y no podrán celebrar la comida del 15 de nisán. Ese
es el primer día de la Fiesta de los Panes Sin Levadura, que se considera parte
de la temporada de la Pascua.
Los líderes religiosos no le dicen a Pilato que ellos
ya han condenado a Jesús por blasfemia. Más bien, se inventan otros cargos:
“Encontramos a este hombre alborotando a nuestra nación, prohibiendo pagar
impuestos a César y diciendo que él mismo es Cristo, un rey”
Pilato sabía que Jesús era inocente de las acusaciones
traídas contra él, y si hubiese sido un juez justo y valiente, lo habría
exonerado y puesto en libertad. Pero tenía miedo de desafiar a estos judíos
airados, y mientras titubeaba antes de cumplir con su deber.
Pilato quería hacer un último llamado a la piedad de
ellos. Pero como teme desafiar el clamor de esta plebe enardecida que quiere la
sangre de Jesús, ordena a los guardianes judíos y a los soldados romanos que se
lleven a Jesús y lo azoten. Éste fue un acto de procedimiento injusto e ilegal,
ya que la ley romana permitía que únicamente aquellos condenados a muerte por
crucifixión fueran azotados. Los guardianes llevaron a Jesús al patio abierto
del pretorio para este castigo.
La flagelación usada en aquella época era un castigo
terrible. El horrible flagellum de los romanos arrancaba la carne a pedazos. Y
la corona de espinas, además de causar dolores agudísimos, constituía también
una burla a la realeza del divino prisionero, así como los escupitajos y los
puñetazos.
Torturas tremendas siguen surgiendo de la crueldad del
corazón humano, y las de tipo psíquico non son un tormento menor que las
corporales; frecuentemente las mismas víctimas se convierten en verdugos.
¿Carecen de sentido tantos sufrimientos?
Pilato declara inocente a Jesús y tiene la intención
de dejarlo libre, pero, para complacer al pueblo, lo castiga como a malhechor. Muchas
veces nos hacemos esta pregunta: Si no halló falta en Él, ¿por qué castigarlo? Solo
una respuesta se me ocurre que el temor, el miedo al otro o a los otros nos
hace meter a otros en la trampa, aunque sea algo injusto, aún contra de nuestra
propia conciencia para no meterse en problemas. Por eso, tal vez, Pilato se
rindió a la larga; no tuvo el valor de ir contra una corriente tan fuerte, de
oponerse a lo que le pedían los sacerdotes y fariseos. Dejó a Jesús librado a
la voluntad de ellos para ser crucificado.
En este Evangelio podemos contemplar al Cordero de
Dios, llevado como cordero al matadero, al sacrificio. Aunque muchos le
reprocharon e insultaron, algunos lo compadecieron. Pero la muerte de Cristo
fue su victoria y triunfo sobre sus enemigos: fue nuestra liberación, la vida
eterna para todos nosotros. En estos momentos duros en que vemos el sufrimiento
de tantos hermanos nuestros sufriendo la muerte, la enfermedad, el confinamiento,
el encierro en casa, … la imagen del Cordero de Dios nos puede ayudar a vivir
de otra manera nuestro propio encierro. Hay quien pierde la fe en estos
momentos duros, donde parece que Dios nos ha abandonado. Pero no es así.
Sabemos que Dios está allí donde hay dolor, por que él lo pasó por nosotros;
dónde hay enfermedad, por que el se acercó y se compadecía de los enfermos;
donde hay muerte, porque Él murió por nosotros para darnos la vida eterna.
Jesús sufre con nosotros al vernos como este virus nos
despoja de la vida, de la salud, de la libertad, sufre con nosotros como sigue sufriendo cuando hay perseguidos, cuando la justicia
se administra de modo torcido en los tribunales, cuando se arraiga la
corrupción, cuando las estructuras injustas machacan a los pobres, cuando las
minorías son suprimidas, cuando los refugiados y emigrantes son maltratados.
Jesús es despojado de sus vestidos cuando la persona humana es deshonrada en
las pantallas, cuando las mujeres son obligadas a humillarse y son maltratadas,
cuando los niños de los barrios pobres dan vueltas por las calles recogiendo
desperdicios.
¿Quiénes son los culpables? No apuntemos
con el dedo a los demás, pues también nosotros podemos haber tenido nuestra
parte en estas formas de inhumanidad.
Rvdo. Sr. D. Juan Félix Ruiz Lama, S.J.
Vicario Parroquial de San Joaquín
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